viernes, 26 de febrero de 2021

Esto no es un adiós, solo un hasta pronto.

Es cierto que de un tiempo a esta parte la normativa que se encarga de regular, proteger e impulsar la igualdad de trato y la no discriminación ha aumentado considerablemente. Desde mi punto de vista, la Administración Pública en todos sus niveles (estatal, autonómico y local) ha acogido ampliamente esta legislación, llevándola a la práctica. Por eso creo que es uno de los ámbitos en los que menos desigualdad y discriminación (en sus diferentes vertientes) persisten. Como prueba de ello podemos mencionar algunos datos, entre otros:

  • La Administración es uno de los sectores en los que más mujeres trabajan.
  • En las convocatorias de los procesos selectivos se reserva un número de plazas para personas con discapacidad.
  • Si una persona con discapacidad accede a un puesto de trabajo, se lleva a cabo la adaptación de este puesto a las necesidades y circunstancias de la persona.
  • Desde el 1 de enero de 2021 el permiso de paternidad tiene una duración de 16 semanas, equiparándose al permiso de maternidad.
  • Además, para acceder a la Administración y adquirir la condición de empleada o empleado público, los procesos selectivos se realizan respetando los principios de igualdad, mérito y capacidad. En este sentido, es un proceso objetivo en el que, si una persona demuestra los conocimientos y competencias requeridos, puede adquirir la condición de empleada o empleado público, independientemente de otros factores (“raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”).

Por último, y antes de pasar a hacer ese ejercicio de “introspección”, me gustaría decir que en mi experiencia personal, afortunadamente, nunca he sentido discriminación por el hecho de ser mujer. Ni en mi entorno social (durante mi época de estudiante en el colegio, instituto y universidad). Ni ahora que ya estoy inmersa en el ámbito laboral.

No obstante, a pesar de todo lo anterior, soy consciente de que actuar en pro de la igualdad y de la no discriminación es tarea de todos y todas pero nosotras y nosotros, las empleadas y empleados  públicos, somos, si cabe más responsables de esta tarea pues desempeñamos nuestra labor al servicio de los intereses generales. Algunas de las actuaciones que podemos llevar a cabo desde nuestra posición para impulsar la igualdad de trato y la no discriminación podrían ser las siguientes:

  • En el caso de que prestemos servicios que impliquen atención al público, debemos observar, comprender e intentar adaptarnos a las necesidades de los ciudadanos. Por ejemplo: si a nuestro centro de trabajo acude una persona con discapacidad a realizar algún trámite, debemos señalar, indicar e incluso acompañar a la persona a la dependencia correspondiente. Asimismo, debemos explicar pausadamente y con más detalle si no entiende alguna parte del trámite en cuestión. Es decir, ayudarla y facilitarla en lo que esté en nuestra mano. Otra opción que tenemos es, si tenemos cierto conocimiento, intentar comunicarnos con la lengua de signos (aunque sea alguna palabra o frase suelta) y no dejar de hacerlo por vergüenza o el qué dirán. El ciudadano agradecerá nuestro esfuerzo y se sentirá más cómodo.
  •  También, en la medida de lo posible, debemos utilizar el lenguaje inclusivo en nuestro día a día. Tanto en nuestro ámbito laboral como familiar, social y personal.
  • La formación es un aspecto muy importante que no debemos dejar de lado. Muchas personas se acomodan en sus puestos de trabajo y pierden el entusiasmo. Sin embargo, como empleadas y empleados públicos debemos mantener la inquietud por seguir realizando cursos, pero no por el mero hecho de obtener un certificado acreditativo sino por interés y deseo de seguir aprendiendo y adquiriendo nuevas competencias y capacidades que nos ayuden a ser mejores profesionales y también mejores personas.
  • Debemos mantener una actitud activa frente a la discriminación y la violencia, nunca pasiva. Esto es necesario tanto en nuestro entorno laboral como en nuestro día a día. Si por ejemplo somos testigos de algún episodio de discriminación en cualquiera de sus vertientes, debemos intervenir y condenarlo. Es cierto que muchas personas que presencian un acto de este tipo, prefieren mirar hacia otro lado para evitar el conflicto o verse inmersas en situaciones incómodas. Sin embargo, desde nuestra posición de empleadas y empleados públicos debemos actuar, defender y proteger los derechos y libertades de los ciudadanos y ciudadanas.
  •  La formación, sensibilización y conocimientos que hemos adquirido sobre este tema por el hecho de ser empleadas y empleados públicos debemos inculcarlos y transmitirlos en nuestro entorno más próximo. Si por ejemplo tenemos hijas o hijos sería una buena forma de comenzar. Educarles en la igualdad y en la inclusión, en respetar y valorar a todas las personas por el hecho de ser personas, independientemente de la raza, el sexo, la religión, la opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Creo que este es el punto clave. Muchos niños y jóvenes sufren bullying en el entorno escolar, muchos no pueden soportarlo y llegan incluso al suicidio. Mientras siga habiendo uno solo de estos casos, todavía nos quedará mucho trabajo por hacer. Y el trabajo fundamental empieza en casa. Al colegio se va a aprender, en el colegio se enseñan las diferentes disciplinas. Pero la educación, los valores y el respeto se debe enseñar en casa. Es importante entender esto.

 Es cierto que realizar este ejercicio de introspección y escribir una poesía se plantean en el reto de esta semana como dos opciones distintas, pero por mi parte no puedo dejar de escribir estas líneas que han surgido desde mi alma, con el único fin de agradecer a los organizadores, tutores y por supuesto a todos mis compañeros y compañeras que me han acompañado durante estas semanas tan intensas.  Gracias por todo. 💜

Si las personas podemos amar, ayudar y perdonar,

¿por qué insistimos en odiar, criticar y menospreciar a quien creemos que no es igual?

Dos culpables hay de este mal universal:

Los prejuicios y los estereotipos que nos ciegan sin cesar.

Pero no dejes que te nublen la razón.

Piénsalo:

Si tu corazón y mi corazón laten al mismo son,

¿qué importa el sexo, la raza o la religión?

Ven, dame la mano y construyamos juntos un mundo mejor,

sin fronteras, sin muros y sin rencor.

Solo con amor.


Un fuerte abrazo. Estoy segura de que nos volveremos a encontrar por el camino.

Irene Rodríguez Robledo.




Diseño colaborativo de servicios públicos #INAPGobiernoAbierto

  Para realizar este último reto, y puesto que desempeño mis funciones como funcionaria de carrera en la Subdelegación del Gobierno en Ávila...